"Los que esperan en el señor...levantarán alas como las águilas.." Isaías 40:31

Una reina protestante en los orígenes de la actual monarquía española

Juana III de Albret, reina de Navarra, nacida en Saint-Germain-en-Laye (a unos 20 km de Paris, ciudad que fue residencia de Francisco I, rey de Francia) en 1528 y fallecida en París en 1572, a los 44 años de edad, donde había ido a preparar la boda de su hijo Enrique IV. Nieta de los últimos reyes de la Navarra española e hija del último rey de la Navarra francesa era sobrina de Francisco I, rey de Francia, por su madre Margarita de Angulema, Margarita de Navarra. Juana se casó con Antonio de Borbón en 1548. Sucedió a su padre en 1550, y a la muerte de su esposo reinó sola.

Abrazó la doctrina protestante, por lo que fue excomulgada por el Papa Pio IV en 1565.  Antonio del Corro, ex fraile del monasterio de San Isidoro del Campo, donde se encendió la llama de la nueva fe reformada en España, fue llamado por la reina a ser profesor de español de su hijo.

Su aceptación de la Reforma protestante, en 1560, la describe en sus Memorias: “Dios por su Gracia me ha retirado de la idolatría y estoy muy dichosa por haberme recibido en su Iglesia“.   esta fe la llevó a sus bordados, relatando muchas escenas de la liberación de Israel, del Antiguo Testamento pero, sobre todo, fue una fe que tejió en su política y en la edición de textos legislativos que promovieron y sostuvieron la predicación de los pastores protestantes en sus territorios.

El día de navidad de 1560, anunció su conversión al protestantismo con las palabras: “El calvinismo enseña lo que Dios enseña tal como se encuentra en la Biblia”.  Esta decisión, que su madre no se había atrevido a tomar, a pesar de sus convicciones, fue peligrosa y valiente, ya que la enfrentó a Felipe II en España y a su tío Francisco I, en Francia. Su madre fue la promotora de la publicación del primer Nuevo Testamento en lengua francesa en 1523.

Su esposo no compartía su firmeza, y fue víctima de intrigas en contra de ella, por parte de la Iglesia católica. Antonio de Borbón había asistido a los cultos protestantes antes de la conversión de la reina, pero después de este paso, Antonio cayó en los lazos de las intrigas en contra de su esposa. Sus enemigos la acusaban de estar implantando una nueva religión, a los que ella respondió, “No estoy implantando una nueva religión, sino restaurando una antigua. Vuestros débiles argumentos no me hacen mella, yo sigo a Calvino y a otros solo tan lejos como ellos sigan la Escritura”. Antonio de Borbón, participó en París de las intrigas de Catalina de Medicis, la gran enemiga de Juana de Albret, como relata Alejandro Dumas en su libro La reina Margot. La defensa de Juana contra su propio marido tenía en cuenta a sus subditos y a su conciencia y consiguió romper el proyecto de divorcio que Catalina de Medicis había urdido en su contra. Su relación con su esposo estuvo muy diluida por este conflicto, además de por la vida distendida que llevaba el Borbón.

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