"Los que esperan en el señor...levantarán alas como las águilas.." Isaías 40:31

LOS HERMANOS ESPAÑOLES

Acabo de leer dos novelas históricas sobre la persecución a nuestros antecesores en la fe en esta tierra de España, durante el S. XVI. Esos hermanos españoles dieron sus vidas con una tenaz lealtad a la fe cristiana que profesaban. Habían descubierto la verdad bíblica de la salvación por la fe y estaban sobrecogidos por el gran amor de nuestro Dios. Ellos fueron esos “llamados, escogidos y fieles” a los que alude el apóstol Juan en el libro de Apocalipsis. Son también aquellos de los que dice el apóstol Pablo: “de los cuales el mundo no era digno”.

Ciertamente, los gobernantes y los líderes religiosos no eran dignos ante nuestros hermanos que fueron perseguidos hasta su completo exterminio, salvo aquellos que lograron huir al extranjero.

El día de la buena voluntad y de la gracia de Dios empezó a brillar en España, pero España puso sobre sus ojos la venda de la religiosidad y el orgullo de la salvación por las obras.

En el mes de Febrero de 1558, el hipócrita y orgulloso pontífice Paulo IV dirigió al inquisidor general una comunicación en la cual le inducía a no perdonar medios para exterminar la herejía. El rey de España, Felipe II, en lugar de alarmarse por esta bula impía y cruel, la hizo acompañar de un edicto que condenaba a las llamas a todo el que fuese sorprendido leyendo o vendiendo alguno de los libros prohibidos.

Hombres y mujeres, clérigos o no, sin distinción de sexo, de rango o profesión eran detenidos en sus propias casas, y arrojados a los calabozos de la Inquisición. En la sola ciudad de Sevilla, fueron encarceladas más de 1.000 personas.

Así vio nuestra nación hundirse, junto con la verdad del evangelio, todas sus grandezas, sus glorias, sus riquezas y sus libertades. La oscuridad envolvió este país y el pueblo fue sumido en tinieblas y sombra de muerte. Había empezado el eclipse de España.

No obstante, como dijo Tertuliano a finales del S. II, “la sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia”. Dios no se ha olvidado de España. No perdamos la esperanza. Aprovechemos la libertad que ahora gozamos para predicar la Palabra y reguemos esta tierra con nuestras oraciones. ¡Aún veremos nacer, crecer y madurar una rica cosecha en nuestra querida España!

Carmen Aparicio

(No dudes en contactar con nosotros y te regalaremos una Biblia).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.