El primer día de este año me desperté con esta frase, que forma parte de una canción y continúa así: “No queremos sólo una visita. Ven a disfrutar, tú eres adorado en este lugar”.
En ese momento, Dios me recordó lo que dice el Salmo 24:1: “Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan”. Esto quiere decir que Dios no es un okupa ni un usurpador cuando viene a llenar una vida. Él es el Dueño, por ser el Creador de todo y de todos. Todo le pertenece.
Sin embargo, hay un problema cuando tú y yo le invitamos a quedarse con nosotros y llenar nuestra vida y es que Él “no habita en templos hechos por manos de hombres” (Hch.17:24). Dicho con otras palabras: Dios no quiere saber nada de lo que no nace de Su propio corazón.
Yo le dije: Tus hijos hemos nacido de Tu corazón. Somos vidas con propósito. “Sí claro, me respondió, pero ese propósito podéis romperlo, desviarlo o retardarlo; porque tenéis libre albedrío. El pecado os envejece, os deteriora, y para que Yo desee habitar en vuestra vida es necesario que hagáis reformas y así preparar el lugar en el que Yo pueda habitar. Todo lo que haya en vuestra vida, que no tenga que ver conmigo, sino con nuestra propia sabiduría o fuerza va a ser un impedimento para que Yo, Señor de los cielos y de la tierra, me quede”.
¿Entonces, le pregunté, qué puedes hacer con nosotros? “Yo os visito, os toco, bendigo, sano, lleno y perdono; pero os corresponde a vosotros mantener encendida esa llama de amor. Debéis quitar lo viejo, las cenizas, lo que no me vale porque no ha nacido ni salido de mí. Yo pongo el fuego y vosotros debéis poner la leña”.
¡Desechemos lo viejo y comencemos el año encaminándonos hacia nuestro verdadero destino, hacia el cumplimiento de los propósitos de Dios en nuestra vida!
Carmen Aparicio