Dios envía la nieve sobre la tierra, le da la orden para que la cubra con su manto blanco, inmaculado y húmedo. Hay un dicho popular que declara: “Año de bienes, año de nieves. Buena es la nieve que en su tiempo viene. Buena es la nieve, si en Enero viene. Con mucha nieve en la sierra, habrá abundancia en la tierra. Con nieve en Enero, no hay año austero”.
La nieve es un regalo de Dios para la tierra y sus habitantes. Es un mensaje de Su presencia y bendición sobre la creación. Riega la tierra, la empapa; su efecto es más duradero que el de la lluvia. El agua que cae cuando llueve no se aprovecha en su totalidad, pero la nieve que cae sobre los campos queda sobre la tierra hasta que ésta puede ir filtrando cada gota.
El manto que deja la nieve sobre la tierra es un reflejo de la presencia de Dios, el cual está sentado en Su trono y cuyas faldas llenan Su templo. Nuestro Dios está vestido de blanco y Su santidad lo ilumina todo, Su presencia lo alcanza todo. De la misma forma, la nieve cubre todo tipo de terreno, dándoles uniformidad al cubrirlos con su blancura. La nieve reposa igualmente sobre las zonas altas o las bajas, sobre las superficies suaves o las ásperas, las lisas o las rugosas. Todo queda igualado, uniformado, blanqueado y refrescado.
Así es la presencia de Dios cuando reposa sobre las vidas de los hombres, no importa si son altos o bajos, importantes o sencillos, blancos o negros, ricos o pobres. ¡¡Cuando Dios viene a nuestras vidas, nos refresca, nos cubre con Su gloria, llena todos nuestros vacíos y nos da Su vida para ofrecernos un futuro mejor!!
Carmen Aparicio
(Dios dice que Su Palabra es como la nieve y que Él la envía con un propósito. Si quieres conocer su contenido te ofrecemos un ejemplar gratuito. Sólo tienes que ponerte en contacto con nosotros.)
