"Los que esperan en el señor...levantarán alas como las águilas.." Isaías 40:31

ARTÍCULO DE LA SEMANA

La Plaza Mayor, de la Inquisición al Evangelio de Juan

 

El Día del Libro, en el mismo lugar donde se condenó a los “herejes” de la Reforma, los protestantes madrileños dieron lectura pública al Evangelio de Juan en la Biblia del Oso (Reina-Valera).

Este domingo 23 de abril, Día del Libro, los protestantes madrileños hicieron una lectura pública de la Biblia en la Plaza Mayor de Madrid, entre las 17.00 y las 19.00 horas.

La plaza fue ideada como una reforma del rey español Felipe II y llevada a cabo por sus sucesores reales: Felipe III y Carlos II. Situada junto a la popular Puerta del Sol. Según los historiadores en la Plaza Mayor de Madrid se celebraron cinco juicios públicos de la Inquisición desde 1621 con 162 penitenciados, de los que 29 fueron condenados a la hoguera. Hasta 1809 vio morir por diversos motivos a 359 reos en la horca o en el garrote.

En aquel mismo lugar en que se condenó a los “herejes” seguidores de la Reforma, ayer con plataforma, atril y micrófono se dio lectura al Evangelio de Juan, en la versión de la Biblia del Oso, la traducción de los exmonjes protestantes Reina y Valera, que tuvieron que exiliarse debido a la Inquisición.

Turnándose, hombres y mujeres fueron leyendo los diferentes capítulos del cuarto Evangelio, que llenó con el eco de sus versículos la conocida plaza madrileña.

En total, unas 200 personas fueron “palabra viva” del mensaje del Libro de los Libros durante las dos horas de lectura.

El acto formaba parte de los eventos del 500 aniversario de la Reforma protestante (iniciada por Lutero en octubre de 1517) y estaba organizado por la Sociedad Bíblica Española, representada por José Luis Andavert y Nieves Carabaña, y por la Consejería de Cultura del Consejo Evangélico de Madrid, cuyo consejero Gabriel Fernández participó en la lectura.

EL “SANTO OFICIO”

La Inquisición fue creada en Roma en el siglo XIII, como tribunal contra los herejes y fue encomendada a los dominicos. En España la Inquisición comenzó en Aragón, y los Reyes Católicos la establecieron para todos los reinos en el siglo XV.

El primer auto de fe se celebró en Sevilla el 6 de febrero de 1481. Aunque la mayoría de los autos de fe eran privados, en ocasiones se celebraban públicamente.

En la corte no se solían realizar autos de fe y el último se había celebrado en 1632, por lo que a este acontecimiento se le dio mucha solemnidad, como puede verse en esta obra de Rizi de 1683. Lo que representa está descrito en un documento de José del Olmo, que además era familiar del Santo Oficio (agente de la Inquisición) y maestro mayor de Madrid (responsable de las construcciones de la villa), por lo que él mismo diseñó la obra del tablado o teatro.

 

Auto de fe en la Plaza Mayor (1680, presidido por Carlos II) / Francisco Rizi, Museo del Prado

 

 

 

El auto se celebró en la Plaza Mayor y duró toda una jornada. Al fondo se ve la tribuna real y en ella a Carlos II, a su mujer María Luisa y a su madre. En los balcones, se ubican personas distinguidas de la corte. A la izquierda, rica alfombra y sobre ella el altar con la cruz verde, simbolizando la esperanza de perdón de los reconciliados, y el estandarte del Santo Oficio. Al lado, las gradas de los cargos públicos, y el solio del inquisidor general quien todavía está junto a la tribuna del rey después de haberle tomado juramento.

En el centro del cuadro vemos a dos reos vestidos como en el siglo XV, con coroza y sambenitos con llamas, a los relatores o lectores de causas y sentencias en los púlpitos, y a unos dominicos con el predicador en el púlpito central.

A la derecha están las gradas para los familiares de la Inquisición y los reos en persona o en estatua (muertos o huidos), la cual lleva una inscripción con sus delitos y una caja con sus huesos.

Los reos podían ser penitenciados (castigados con diversas penas y que al abjurar de sus errores se convertían en reconciliados) o relajados (condenados a muerte en garrote, o en hoguera si eran reincidentes).

En primer plano se ve a los soldados de la fe y los asnos que llevaban a los condenados a muerte a las afueras de la ciudad para ser ejecutados por la justicia secular. En este grupo de soldados en la parte inferior central del cuadro, encontramos una figura masculina que porta un tambor de grandes dimensiones muy utilizado en este tipo de ceremonias.
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