Puesto que la condición del corazón de Cristo siempre era perfecta hacia Su Padre, podía escuchar y obedecer Su voz:
” Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” Juan: 8:29 – RVR1960
Es como si Jesús estuviera diciendo a los que le escuchaban que podía parecerles que quedaba solo y sin apoyo. En cambio, Él tenía un apoyo que trascendía todo aplauso humano, pues el Padre siempre estaba a Su lado con Su mirada de aprobación, Sus palabras de aliento y Su brazo de apoyo.
El secreto del ministerio de Jesús radicó en Su relación íntima con el Padre y en Su sensibilidad a Su voz, la cual provenía de Su vida devocional!
Que Dios os bendiga!
Carmen Aparicio