"Los que esperan en el señor...levantarán alas como las águilas.." Isaías 40:31

Conozcamos nuestra Historia: Casiodoro de Reina

Al mismo tiempo que el imaginario Don Quijote cabalgaba por los caminos polvorientos de la geografía española, un hombre se dedicaba a una de las más nobles tareas: La traducción de la Palabra de Dios. Ese hombre era Casiodoro de Reina, artífice de la primera traducción de la Biblia al castellano, desde los originales hebreo, griego y arameo. Nació por el año 1520, en la aldea de Montemolín, perteneciente a la Villa de Reina, de ahí su nombre Casiodoro de Reina. Él quiso que los españoles pudieran leer la Palabra de Dios en su propia lengua y comprender el mensaje de la salvación que Cristo nos ofrece. Esta traducción se ha convertido en la más usada y amada por las diferentes confesiones protestantes de habla hispana en todo el mundo.

Era la Biblia completa en el castellano del “siglo de oro”, una obra magna de la literatura española, una de sus cimas literarias, pero tristemente perseguida, suprimida y olvidada en España durante siglos, y aún hoy, por la gran mayoría de los españoles. Ha quedado al margen de nuestra cultura desde el mismo momento en que se publicó y su autor quedó borrado de nuestra memoria colectiva. Casiodoro escribió en un castellano prodigioso que está en el punto intermedio entre Fernando de Rojas y Cervantes, y es sólo comparable a Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz o Fray Luis de León.

Su vida es digna de una superproducción de Hollywood, ya que tuvo que pagar un alto precio por ser fiel al Evangelio y a su conciencia: sufrió el exilio, la ignominia, falsas acusaciones, intentos de asesinato y el pesar de tener que arrastrar a su familia de un lado a otro.

Tanto él como Cipriano de Valera, que revisó el texto posteriormente (1602), fueron monjes católico-romanos del monasterio de San Isidoro del Campo (Sevilla), que pertenecía a la Orden de los Jerónimos. Hasta allí llegaron las ideas reformistas que se estaban propagando en el norte de Europa a través de la lectura de la Biblia en lengua romance y de los libros y tratados luteranos.. Una de las reglas de este convento era leer y meditar atentamente las Sagradas Escrituras, porque solamente a través de ellas se podía obtener el verdadero conocimiento de Dios y Su voluntad…

CONTINUARÁ

Carmen Aparicio

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