En nuestra vida de oración, corremos el peligro de caer en la rutina y por eso necesitamos renovarnos. También nos ocurre a veces que nos vemos rodeados de montes y necesitamos mirar más arriba, buscando la ayuda y el socorro de Dios.
Lo que siempre es cierto es que la necesidad del hombre es la oportunidad de Dios para manifestarse en medio de nuestra debilidad.
Ocurrió en una ocasión que una anciana vivía en una casita baja y muy húmeda. Los rayos del sol nunca entraban por sus ventanas y ese invierno la mujer se estaba enfermando por causa de frío y la humedad. En su necesidad, ella clamó a Dios y el Señor le respondió: “habla a ese monte y dile que se quite de ahí”. Estas mismas palabras aparecen en los evangelios cuando Jesús anima a Sus discípulos a tener fe a la hora de enfrentar dificultades.
Esta pobre anciana decidió poner en marcha su fe y tomar la autoridad que Dios le daba. En obediencia a la palabra de Dios, habló al monte que daba sombra continua a su humilde casa y le ordenó que se marchase de allí. Lo que ella no sabía es que esa mañana estaba reunido el pleno del ayuntamiento de la ciudad y en ese mismo momento aprobaron un proyecto para hacer una autovía que pasase por delante de su casa. ¡Pocos meses después, las palas excavadoras estaban demoliendo el monte!
¡Qué importante es aprender a escuchar la voz de Dios cuando oramos y tomar autoridad en obediencia a Su Palabra! Él es el Rey y está sentado en Su trono!
Carmen Aparicio
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