Éste es el centro de nuestra fe:
“Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven” (Rom.12:9) LBLA
Su muerte no fue un accidente. Cristo entregó Su vida con un propósito: rescatar tu vida y la mía.
Lo maravilloso fue que desease sufrir por ti y por mí. Su resurrección fue el resultado de Su gran poder.
Rindamos nuestra vida al único rey
¡¡La muerte no le pudo retener!!
Un saludo, Carmen Aparicio