El mar Rojo, también conocido como el mar de las Cañas, es una laguna costera en el delta del Nilo, que se cubre de agua cuando el río se desborda.
Alrededor del año 1462 antes de Cristo, el pueblo de Israel acababa de salir de la esclavitud de Egipto y tenía a los ejércitos de Faraón pisándoles los talones. Dios había dado la orden a Su líder y caudillo Moisés que los situara para acampar delante de un desierto de arena llamado Pi-hahirot, que estaba entre una sierra de montañas infranqueables y el mar Rojo.
Faraón aprovechó para atacar al pueblo de Israel, sabiendo que estaban acorralados en este triángulo de la muerte: “unció su carro, y tomó consigo su pueblo; y tomó 600 carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos” (Ex.14:6-7).
Cuando los israelitas vieron aparecer a lo lejos los carros del Faraón, “temieron en gran manera, y clamaron a Jehová” (v. 10). Dios escuchó el clamor desesperado de Su pueblo y permitió que el ejército egipcio se adentrase hasta la mitad del mar, mientras la columna de nube se colocó entre el campamento de Israel y las fuerzas egipcias, para impedir el avance de estos y cubrir a los fugitivos. Envió un viento sobrenatural que sopló con fuerza, en direcciones opuestas a la vez, para hacer muros de agua a derecha e izquierda, mientras trastornó el campamento de los egipcios, arrancándoles las ruedas de sus carros.
Cuando amanecía, el mar se volvió con toda su fuerza y el ejército más poderoso de aquel tiempo quedó sepultado bajo sus aguas, después de que los hijos de Israel habían logrado alcanzar la otra orilla a pie.
Vemos en este acontecimiento que ¡¡siempre habrá un nuevo amanecer para el pueblo que confía en Dios!!
Carmen Aparicio
(Si quieres conocer esta historia de primera mano, pero no tienes una Biblia, ponte en contacto con nosotros y te entregaremos una ejemplar).
