"Los que esperan en el señor...levantarán alas como las águilas.." Isaías 40:31

ARTÍCULO DE LA SEMANA

¿Es la salvación por fe, o por fe más obras?

 

Acabamos de cumplir el 500 aniversario de la respuesta que un monje agustino alemán,  llamado Martín Lutero, encontró a esta pregunta en la Biblia. No hay espacio en estas líneas para contar cómo ocurrió todo, pero Lutero terminó siendo perseguido y condenado por la iglesia romana. La moraleja de su apasionante historia es que cada persona tiene la libertad de acceder a la lectura de la Palabra de Dios.

En aquellos tiempos, la Biblia era un libro prohibido porque contiene secretos que permiten al ser humano vivir una vida abundante y verdaderamente libre. La ignorancia mantiene a los pueblos en esclavitud. Esa es la razón por la que Lutero se dedicó a divulgar su descubrimiento y dedicó gran parte de su tiempo a traducir las Sagradas Escrituras a la lengua del pueblo, ya que sólo había textos en Latín, Griego y Hebreo.

Entre los libros de estudio y meditación, Lutero decidió incluir la Biblia, así fue cómo llegó a leer lo siguiente: “por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:8-10).

Esta verdad revolucionó su vida y la historia de su tiempo: ¡¡La salvación es un regalo de Dios!! La recibimos por gracia y por la fe, no por hacer buenas obras, para que así nos creamos buenos y santos. En Cristo Jesús somos nuevas criaturas y ya podemos hacer buenas obras porque nos hemos arrepentido de vivir una vida de pecado, alejados de Dios, y ahora queremos vivir para agradarle y obedecerle. Una vez que hemos conocido que Cristo pagó el precio por nuestros pecados y recibimos el regalo de la vida eterna,  sólo nos queda caminar en el camino de la fe, haciendo lo que a Dios le agrada.

En conclusión, las buenas obras no son para alcanzar la salvación sino porque ya la hemos recibido por gracia inmerecida.

Carmen Aparicio

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